viernes, 23 de marzo de 2012

El tesoro del Abad Thomas, Montague Rhodes, James

Propone Alawen,  en su Luz, más luz, la lectura de una historia: El tesoro del Abad Thomas, de James Montague Rhodes, que podéis encontrar tras el enlace del título.  
 
No lo he leído aún, pero me pondré a ello en cuanto encuentre un minuto. A ver si para inicios de la próxima semana puedo comentarlo. 

Por cierto que, merced a la generosidad de nuestra amiga, el Club cuenta con un  título de este autor, Corazones perdidos (Cuentos completos de fantasmas), que está en disposición de préstamo para todo aquél que lo solicite.



7 comentarios:

  1. Eso, a ver si limpio la cola de libros y me pongo a leerlo, ya he visto que es cortito, como yo. Gracias

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  2. Menos mal que sabía antes de leer el relato, que tenía un corte en la mano izquierda, y aunque sigo sin saber cómo ha sido, dudo que el relato me haya dado pistas sobre ello (o eso espero).

    (¡Ah! Y en éste sí hay que encender la luz.)

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  3. Yo aún no lo he leído. A ver si mañana me puedo.

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  4. ¿me puedo?
    Pues que gane la mejor ;-)

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  5. Posodo: Jajaja, que me quedé a medias en la frase: a ver si mañana me puedo poner a ello, quería decir. Y, no, no me he puesto. Si es que no se puede con tanto currar.

    Lo dicho: a ver si mañana...

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  6. Bien..., ya leí la historia (y menos mal que aún es de día...) ;-).

    He de admitir que no había leído nada de este autor (o al menos no lo recuerdo) y que, de hecho, no me sonaba de nada: si alguna vez lo he oído mencionar, lo había olvidado por completo. No obstante, no será ésta la última historia que lea de él. De hecho, gracias a Alawen, como ya dije, tengo el título arriba citado con una buena cantidad de historias que pasarán por mis ojos uno de estos días (o semanas), eso sí, a la luz del día.

    Me gustan mucho este tipo de historias, no sólo por la trama (muy bien desarrollada, pues mantiene el misterio hasta el final) sino también por la forma en que está escrita, con una buenísima narración, de un tipo, además, que es el que me hace disfrutar en ese doble sentido: la historia en sí y la manera en que está narrada (con este tipo de autores se aprende mucho).

    El final, no obstante, se me quedó un poco cojo, pese a ese Depositum custodi último. Tal vez yo habría forzado la situación un poquito más al haber obligado a Gregrory a introducirse en el agujero y mostrarnos un ser todavía más horroroso que el que boceta Somerton durante su narración de los hechos. Pero supongo que esto es un simple anhelo de lector y, desde el punto de vista del escritor, el final es el que es y el que tiene que ser.

    Buena lectura. Me ha gustado mucho. Gracias, Alawen.

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  7. Yo creo que el horror debe quedar esbozado y que sea el lector quien se lo imagine. Una descripción muy horrorosa nunca podrá llegar más allá de lo descrito, mientras que la simple mención del ser, y su descripción a través de las reacciones de los testigos, nos da todo el campo que queramos.
    Vamos, como el final de la Narración de Arthur Gordon Pym.
    Por otro lado muy bien resumido con esas dos palabras que suscribo: «Gracias, Alawen»

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